Bodas

Nunca me han gustado las bodas.
No soy del tipo de persona al que le gustan las reuniones, ni las fiestas. No tomo, no fumo, no bailo y tampoco hablo mucho, entonces se imaginarán que una fiesta no es mi ambiente natural.
Además de sentir que pierdo mi tiempo y sentirme pez fuera del agua al borde de asfixiarme, hay otros temas que me hacen sentir incómodo: los temas de pareja.

Ver a una pareja casándose es un recordatorio muy intenso sobre mi propia soledad. Me obliga a mirarme a mí mismo y compararme,y al final darme cuenta que no doy capaz de estar en pareja. Veo las razones por las que los novios tendrian para permanecer juntos: los veo bellos, confiafos, alegres, bailando felices, conviviendo, disfrutando... y yo no tengo nada de eso.

No es que no me haya dado cuenta de lo aburrido y sin chiste que soy. Lo sé. Lo acepto. Y sin embargo la exposición a una boda me pega.

Una boda me recuerda todo lo inepto que soy. No quisiera ir nunca más.

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