Mirar - Vigía

No es por presumir pero tengo muy buen vista. Soy capaz de ver allá en el horizonte a todos los viajantes que llegan por el desierto, mucho antes de que otros de los vigías vean la sugerencia de algo.

Irónicamente es más difícil verlos durante el día que durante la noche; el sol nos hace trampa crea ilusiones, olas, reflejos, cansa los ojos; pero aún así logro discernir entre los espejismos las manchas y formas que representan un par de personas, una caravana.

Pero es durante la noche donde es más fácil verlos. Después del ocaso el desierto muere. Los bichos salen a buscar comida, a comer ratones e insectos, a comerse entre ellos, pero son pequeños y son cautos. Exploran, corren y se esconden. Las caravanas, las personas, caminan en línea recta, en medio del desierto como si les perteneciera. A la distancia sus formas se balancean, crecen lentamente pero constantes; cualquier otra criatura sería inconstante, cambiaría. Pero no los humanos.

Y es mi trabajo dar aviso de ello. "Una docena, a pie". "Una caravana, un par de carros, media docena de camellos". "Una persona, moribunda". "Un ejército, un sólo batallón, vehículos motorizados. Llegarán pronto". Y puedo afirmar con certeza cuánto tiempo han de tardarse en llegar, por práctica, al ver cómo se mueven y crecen las sombras.

Nunca fallé, nunca fallé en divisar a alguien, en descubrir los detalles y avisar con antelación de su arrivo. Hasta ese día.

Hasta ese día.

Comentarios